Historia de Nuestro Colegio
Los primeros tiempos del Colegio del Huerto
El 14 de septiembre de 1877 llegaron a la provincia por ferroarril a la Estación Central Cordoba nueve Hermanas del Huerto. Los vecinos acudieron a recibirlas, pues su llegada fue considerada un importante suceso social y cultural. Don José fierro, gran maestro tucumano, escribió: "He tenido la suerte de vivir en aquel entonces en la calle Las Heras, muy cerca del Colegio Sarmiento, y conservo patente mis recuerdo de júbilo con que esa tarde todas las familias del barrio se anoticiaron y esperaban la llegada de las Hermanas... Fue todo un acontecimiento el arribo de las Hermanas y señala una era nueva en los anales educacionales de esta ciudad". Esa misma tarde, dirigidas por la Madre Superiora María Angélica Pertica, el grupo de Hermanas que llegó de Italia, se hizo cargo del Colegio Sarmiento. Las puertas del Colegio se reabrieron en forma regular el 1º de marzo de 1878 con una matrícula numerosísima.
Resulta interesante recordar el reglamento interno que rigió por entonces en el Colegio, puesto que refleja la mentalidad y las costumbres de esa época. El mismo sostenía que el objetivo del Colegio es "formar honestas y laboriosas madres de familia, dando a las alumnas una educación esmerada en todos los ramos científicos y en la moral religiosa". Se ejercía así un estricto control sobre el cumplimiento de los deberes religiosos, el aseo, la prolijidad personal y, especialmente, sobre la moral de las niñas. Por ejemplo, en el artículo 23 se establecía que las alumnas "al salir del colegio se dividirán en secciones según el barrio habiten, bajo la vigilancia de la alumna celadora de calle". Serían nombradas así las alumnas "mas aplicadas y sensatas" a juicio de las Hermanas y su misión sería la de vigilar la conducta de sus compañeras fuera del colegio, "cuidar que no jueguen ni corran en la calle" e informar a las celadoras sobre las faltas cometidas. Por otra parte, de acuerdo con el artículo 32 se premiaría con una "nota buena" a las alumnas "por su buen comportamiento, respeto, aplicación, buenos modales, moderación en las calles y por la asistencia puntual en las aulas"; mientras que quienes tuviesen un comportamiento inadecuado recibirán , excepto el "castigo corporal", la penitencia que la la directora creyese apropiada.
En 1883 las Hermanas iniciarían la construcción de un edificio propio para el Colegio en su actual emplazamiento de la céntrica esquina de Virgen de la Merced y Córdoba. Este terreno había sido donado por el presbítero Dr. Miguel Ignacio Alurralde, con la idea que se destinase a la edificación de un establecimiento educativo para niñas, a Doña Julieta Vico, Doña Luisa Oyarzabal y Doña Magdalena Valladares. Esta última tras la muerte de las dos primeras, lo donó a las Hermanas del Huerto, quienes por su labor ya se habían ganado el respeto y la estima de la sociedad tucumana.
En marzo de 1877, el colegio se traslada al nuevo edificio y recibe el nombre de Nuestra Señora del Huerto. El diario "El Orden", en su publicación sobre el 50º aniversario del Colegio, recuerda entre los "bienhechores de la nueva fundación" al señor Juan Manuel Mendez, el Doctor Benjamín Paz, Juan y Ambrosio Nougués, Juan Posse, Federico Helguera, Juan Heller y las damas señoras Dorotea Terán de Paz, Elmina Paz de Gallo y Mónica L. de Frías.
A partir de ese momento fue consolidándose la obra educativa de la Congregación , que convertiría al Colegio en un centro de cultura destacado al cual notables familias tucumanas confiarían la educación de sus hijas.
La Modernización del Colegio
El paso del tiempo, los cambios culturales y los progresos científicos motivaron la mentalidad innovadora de las distintas conducciones del Colegio, dando lugar a una permanente adaptación a las necesidades de la sociedad de cada época.
En sus inicios solamente las hermanas se encargaban de la tarea docente. Con el tiempo, y ante el crecimiento del número de alumnas fueron incorporándose de a poco maestras y profesores laicos.
A partir de 1918 se implemento la enseñanza normal. Los Colegios privados quedabán así incorporados a la enseñanza oficial. Para poder obtener el título de Maestra Normal Nacional , se debían rendir exámenes de todas las asignaturas integrados por profesores de la Escuela Normal Juan Bautista Alberdi. las primeras maestras egresadas del colegio corresponden a la promoción 1921, mientras que en 1969 egresaron las últimas puesto que en el año anterior la carrera de magisterio se había convertido en terciaria.
Ese mismo año, se inauguró una sección con orientación comercial. En 1969 se creó un bachillerato pedagógico pero fue cerrado al año siguiente. En 1970 se inauguró una división de bachillerato en letras y otra de bachillerato común. La sección comercial se mantuvo hasta marzo de 1993, fecha en que se implementó la Educación General Básica (EGB) y el Polimodal. De este modo quedó esbozada la estructura que se conserva en la actualidad con las siguientes modalidades: Ciencias Sociales y Humanidades, Economía y Gestión de las Empresas, y Ciencias Naturales.
En nuestros días el colegio cubre de manera dinámica y acturalizada la educación de un total de 1002 alumnas, 515 niñas en su nivel inicial y primario y 487 adolescentes en su ciclo secundario.
En cuanto a lo edilicio, con el objeto de brindar mayores comodidades y mejores medios a la formación de sus alumnas, el Colegio del Huerto ha experientado constantes progresos. El antiguo solar que albergó a las primeras hermanas y alumnas pronto fue ampliado mediante la compra de más terreno y a través de la edificación de una planta alta.
Las distintas Madres Superioras han procurado la constante modernización del colegio, realizando a través de los años diversas obras. Se fueron agregando nuevas aulas y mejorando y climatizando las que había. Se actualizaron permanentemente los laboratorios,los gabinetes científicos y la sala de computación. La bibliotecase ha mantenido desde sus orígenes completa y activa. El imponente Salón de Actos del Colegio ha sido siempre testigo de importantes eventos culturales, científicos y religiosos, tanto provinciales como nacionales. La acogedora capilla del Colegio -reconstruida en 1952- donde la imágen de María Santísima del Huerto recibe a sus visitantes tras un blanco altar de mármol, está impecablemente conservada y es cuidada con esmero por las Hermanas.
Paralelamente el Colegio del Huerto cuenta con una casa ubicada fuera de la ciudad, donde se realizan encuentros y jornadas espirituales, culturales y recreativas. Inicialmente estuvo edificada en El Mollar, en un terreno que había sido comprado por las Hermanas. Esa casa fue vendida en 1993 cuando se recibió la donación, por parte de Susana Llona de Paz Posse, de un terreno en el Siambón, donde se encuentra actualmente ubicada. A la entrada de la casa se erige, desde 1997, una gruta con la imágen de María Santísima del Huerto ofreciendo paz y espiritualidad al lugar.
Por otra parte, el Colegio ha brindado diversos ámbitos donde las alumnas pueden fortalecer su formación personal desarrollando su capacidad de servicio y cultivando solidaridad. Es el caso de la Acción Católica, que fuera conducidad por muchos años por la Hermana Marís Imelda Vega, y actualmente el Movimiento Misionero Gianellino y la Infancia Misionera, que se desarrollan desde el año 2006.
También las egresadas cuentan con un espacio para continuar integrando el Colegio de manera activa a través de la Asociación de Ex-Alumnas. Y además los padres de las alumnas participan comprometidamente de las diversas actividades del colegio por medio de la Unión de Pádres. Se integra también al Colegio el Grupo de Oración Conformado por los diferentes sectores de la comunidad.
El Siglo XXI: Un Nuevo Modelo
En el año 2000 se realizó a nivel país, el primer Congreso Huertano Gianellino para presentar el nuevo modelo de organización pastoral basado en la idea de "Misón Compartida entre laicos y hermanas". Se seguía así el camino señalado por San Antonio María Gianelli quien sostuvo que "de la búsqueda del bien común, con el aporte de todos, surge el bien" (Homilía para la apertura del segundo sinodo, 29 de agosto de 1844).
Se creó entonces el Movimiento Laical Gianellino (MOLAGI) para formar a los laicos en ésta espiritualidad. En consonancia, se fueron incorporando personas laicas a los cargos directivos en las instituciones huertanas.
En el caso del Colegio de Tucumán, hasta el presente hubo en el primario tres directoras laicas, Feli Muro, Silvia Soto y María Yolanda Gomez, acompañadas estas dos últimas por Sandra Giolitto, y en el secundario tres rectoras, Ana María Risco, Susana Bianchi y Marina Beverina acompañada esta actualmente por Liz Rivera. Todas ellas supieron basar su gestión en réplica del carisma y en la adhesión incondicional al ideario del Colegio. La condución central del Colegio correspondió siempre a las religiosas, siendo el cargo de Representante Legal asumido por las sucesivas Madres Superioras, y actualmente ejercido por la Madre Graciela Isidori.
Por otra parte, desde el Colegio se logró articular el apostolado de niños, jóvenes y adultos en un accionar conjunto a través de las instituiones a cargo de las Hermanas del Huerto, el mismo Colegio, el Hospital de Niños y el Hogar San Roque. En el Hosital del Nioño Jesús, La Pastoral de Conjunto, bajo la supervisión y asesoramiento de las Hermanas, cuenta con la colaboración del MOLAGI y de diferentes voluntarios. Se ejerce así el apostolado de la salud con las familias de los niños enfermos a través de la oración, la escuela y los sacramentos. En cuanto al Hogar San Roquea partir de 2018 las Hermanas debieron retirar la comunidad religiosa debido a la reorganización de su obra. Sin embargo continúan hoy trabajando con los laicos mediante su labor de servicio apostólico y con el apoyo permanente de los miembros de la cominidad educativa.
En el año 2016 surgió la denominada Nueva Familia Gianellina con la finalidad de integrar todos los sectores y consolidar la formación de las hermanas y los laicos. Con la idea de buscar juntos los caminos a seguir en esta etapa de transformaciones y en un constante discernimiento, en el año 2018 se llevó a cabo en Villa Giardino, Córdoba, el Primer Congreso de la Familia Gianellina con representantes de las instituciones huertanas de la entonces provincia religiosa de Córdoba.
Párafo aparte merece la devoción que despierta en toda la comunidad la Hermana María Crescencia Pérez (San Martín, 17 de agosto de 1897 - Vallenar, 20 de Mayo de 1932) religiosa argentina de la congregación de las Hermanas del Huerto. La Hermana Crescencia, como voluntaria de Dios y por su obra de amor al prójimo, es para las huertanas un modelo de mujer y de religiosa. Su vida estuvo colmanda de buenas acciones y de entrega a los desprotegidos, sobre todo a los pobres y enfermos. El 17 de noviembre de 2012 la comunidad con regocijo viajó a la ciudad de Pergamino, Buenos Aires, para asistir al momento en que fue beatificada por el cardenal Angelo Amato, enviado especial del papa Benedicto XVI . Actualmente su imagen erigida en uno de los patios principales del colegio acompaña de manera protectora a la comunidad educativa en sus actividades cotidianas.
En los últimos tiempos el Colegio se enfrenta a nuevos desafíos.
Los Colegios del Huerto se fueron convirtiendo en mixtos, aunque el de San Miguel de Tucumán continúa hasta hoy con su tradición de ser exclusivamente de mujeres.
La aceleración de la Historia, la globalización con sus efectos sociales y culturales, los avances tecnológicos, el individualismo, la difusión de diferentes ideologías y la descristianización de las familias son cuestiones que no son ajenas a su comunidad. Sin embargo, con una mirada esperanzadora, los educadores del Colegio del Huerto, amparados por el carisma de Gianelli y por las personas que lo precedieron, continúan animados en la enorme y desafiante tarea de formar a las alumnas y familias de Tucumán en el amor al prójimo y el servicio constante a la comunidad.
Con María , Madre del Huerto, como modelo, los laicos y las religiosas del Colegio en este 2019, caminan juntos de manera flexible y participativa ante los recientes cambios, como lo son la nueva Provincia Religiosa Madre Clara Podestá, la Escuela Gianellina de Formación On Line y la revitalización de las personas y familias gianellinas.
La labor cotidiana de todos los que forman parte del Colegio del Huerto y de su comunidad permite que el mismo pueda ser definido como una institución de esperanza, porque trabaja con compromiso y convicción bregando por fortalecer una educación de calidad y una profunda evangelización. De este modo, desde hace casi cientociencuenta años, ha ido dejando sus huellas marcadas en la sociedad de Tucumán.
En los últimos tiempos el Colegio se enfrenta a nuevos desafíos.
Los Colegios del Huerto se fueron convirtiendo en mixtos, aunque el de San Miguel de Tucumán continúa hasta hoy con su tradición de ser exclusivamente de mujeres.
La aceleración de la Historia, la globalización con sus efectos sociales y culturales, los avances tecnológicos, el individualismo, la difusión de diferentes ideologías y la descristianización de las familias son cuestiones que no son ajenas a su comunidad. Sin embargo, con una mirada esperanzadora, los educadores del Colegio del Huerto, amparados por el carisma de Gianelli y por las personas que lo precedieron, continúan animados en la enorme y desafiante tarea de formar a las alumnas y familias de Tucumán en el amor al prójimo y el servicio constante a la comunidad.
Con María , Madre del Huerto, como modelo, los laicos y las religiosas del Colegio en este 2019, caminan juntos de manera flexible y participativa ante los recientes cambios, como lo son la nueva Provincia Religiosa Madre Clara Podestá, la Escuela Gianellina de Formación On Line y la revitalización de las personas y familias gianellinas.
La labor cotidiana de todos los que forman parte del Colegio del Huerto y de su comunidad permite que el mismo pueda ser definido como una institución de esperanza, porque trabaja con compromiso y convicción bregando por fortalecer una educación de calidad y una profunda evangelización. De este modo, desde hace casi cientociencuenta años, ha ido dejando sus huellas marcadas en la sociedad de Tucumán.
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